“Encaro la temporada de tierra como siempre: con la máxima ilusión, con ganas de entrenar en tierra, de notar esa sensación de preparación, de esfuerzo, de seguridad”, declaraba hoy el mallorquín en la presentación del acuerdo como imagen del banco Sabadell. Mañana mismo Nadal estará ya donde más le gusta, en su casa, rodeado de ese habitat familiar que tan importante es para él. Allí podrá prepararse durante más de una semana en el club de tenis que le vio crecer, el de Manacor, y donde a buen seguro su tío Toni le apretará bien las tuercas. Como a él le gusta.

Decía recientemente Francis Roig, miembro del selecto equipo que rodea a Rafael Nadal, que los jugadores no están obsesionados con el ranking, porque de lo contrario se volverían locos. Demos por buenas esas palabras y dejemos el ranking para los aficionados. Independientemente de que la clasificación les preocupe más o menos, no se puede negar que la lucha que mantienen serbio y español por el número 1 está resultando más que interesante. El mismo Djokovic declaró nada más vencer al de Manacor que estaba ahí gracias a Rafa y a Roger. Que la competencia le ha hecho mejorar su tenis. En esta mini-gira sobre cemento, Djokovic ha demostrado estar un peldaño (o dos) por encima de todos sus rivales en esa superficie. Pero ahora llega la temporada de tierra y cada uno puede hacer la lectura que le parezca. Un vistazo a la temporada pasada nos recuerda cómo se las gasta el español en esta superficie: solo le faltó ganar Montecarlo, torneo que ya ha ganado en ocho ocasiones, que se dice pronto. En tierra, Nadal da miedo con solo mirar su palmarés. La otra lectura es que precisamente son esos retos los que más motivan al serbio. De hecho no fue otro sino él quien le apartó de la victoria en Montecarlo.

La pregunta que nos hacemos es en qué quedará la diferencia que se vio en la final de Miami, disputada en cemento, cuando se enfrenten sobre polvo de ladrillo. Hagan sus apuestas, pero no les quepa duda de que tanto uno como otro harán todo lo posible (y lo imposible) para encarar los torneos de hierba como número 1. “Encaro la temporada de tierra como siempre: con la máxima ilusión, con ganas de entrenar en tierra, de notar esa sensación de preparación, de esfuerzo, de seguridad”, declaraba hoy el mallorquín en la presentación del acuerdo como imagen del banco Sabadell. Mañana mismo Nadal estará ya donde más le gusta, en su casa, rodeado de ese habitat familiar que tan importante es para él. Allí podrá prepararse durante más de una semana en el club de tenis que le vio crecer, el de Manacor, y donde a buen seguro su tío Toni le apretará bien las tuercas. Como a él le gusta.

Decía recientemente Francis Roig, miembro del selecto equipo que rodea a Rafael Nadal, que los jugadores no están obsesionados con el ranking, porque de lo contrario se volverían locos. Demos por buenas esas palabras y dejemos el ranking para los aficionados. Independientemente de que la clasificación les preocupe más o menos, no se puede negar que la lucha que mantienen serbio y español por el número 1 está resultando más que interesante.

El mismo Djokovic declaró nada más vencer al de Manacor que estaba ahí gracias a Rafa y a Roger. Que la competencia le ha hecho mejorar su tenis. En esta mini-gira sobre cemento, Djokovic ha demostrado estar un peldaño (o dos) por encima de todos sus rivales en esa superficie. Pero ahora llega la temporada de tierra y cada uno puede hacer la lectura que le parezca. Un vistazo a la temporada pasada nos recuerda cómo se las gasta el español en esta superficie: solo le faltó ganar Montecarlo, torneo que ya ha ganado en ocho ocasiones, que se dice pronto. En tierra, Nadal da miedo con solo mirar su palmarés. La otra lectura es que precisamente son esos retos los que más motivan al serbio. De hecho no fue otro sino él quien le apartó de la victoria en Montecarlo.

La pregunta que nos hacemos es en qué quedará la diferencia que se vio en la final de Miami, disputada en cemento, cuando se enfrenten sobre polvo de ladrillo. Hagan sus apuestas, pero no les quepa duda de que tanto uno como otro harán todo lo posible (y lo imposible) para encarar los torneos de hierba como número 1.