Las lesiones han perseguido a Rafa Nadal a lo largo del año 2018, de forma que tras la renuncia de ayer a participar en el Masters 1000 de Paris Bercy, el balear perderá el próximo lunes el puesto de privilegio en el ranking mundial, en favor de Novak Djokovic. Por Juan Luis Lázaro.

A pesar de que el discurso de Rafa siempre va en la misma línea “Lo único que me importa es estar bien en el día a día y estar sano para disputar cada torneo”, los problemas físicos del manacorí le han lastrado a lo largo de la temporada, impidiendo que pudiera retener el nº 1, a expensas de lo que pueda suceder en el ATP Finals de Londres, donde el español es seria duda, en un torneo que comienza en 9 días y que históricamente se le ha resistido.

Un jugador que parece de otro planeta, reconoce en sus propias palabras que “Lo que es un milagro es que un jugador que ha disputado solamente 9 torneos en toda la temporada, llegue manteniendo el nº 1 hasta el mes de Noviembre”.

La temporada sin duda para Rafa ha estado llena de sobresaltos. Pocos días antes del comienzo de la misma, Nadal anunciaba que no disputaría el torneo de Brisbane, porque a pesar de que su intención era comenzar la temporada allí, aún no se sentía preparado. Los primeros problemas para Rafa surgieron en su debut, en los cuartos de final del Open de Australia, cuando una lesión en el psoas-ilíaco de su pierna derecha, reflejada con un dolor lumbar, le obligaba a retirarse en su encuentro ante el croata Marin Cilic. Tras más de un mes de obligado parón, parecía que el español reaparecería en el torneo de Acapulco, pero el día de su estreno ante Feliciano López, anunciaba que un pinchazo en la misma zona donde sufrió la lesión en Melbourne, le obligaba a bajarse del torneo mexicano.

La lesión le mantuvo alejado de las pistas finalmente hasta una memorable reaparición sobre el coso de la Plaza de Toros de Valencia, donde logró los dos puntos en juego, ante Misha Zverev y Philipp Kholschreiber, en la eliminatoria de cuartos de final de la Copa Davis con el equipo español.

A partir de ahí, títulos en Montecarlo y Barcelona, antes de la primera derrota de la temporada sin mediar una lesión, la que encajó precisamente en Madrid ante uno de los pocos jugadores que a día de hoy es capaz de poner en dificultades a Rafa: el austriaco Dominic Thiem. Título en Roma, previo a conseguir su undécimo Roland Garros, de nuevo ante Thiem, para culminar una sensacional temporada de tierra batida.

A mediados del mes de Junio, Nadal anuncia su renuncia al torneo de Queen’s debido a su larga temporada de tierra, emplazándose directamente al torneo de Wimbledon como única cita sobre la superficie de hierba. Allí encaja su segunda derrota en un partido completo, en un encuentro memorable ante el serbio Novak Djokovic, que se decidió a su favor por 10-8 en el quinto set, a la postre campeón del torneo londinense.

Tras ganar el Masters 1000 de Toronto, el título nº 80 de su carrera profesional, decide no participar en el torneo de Cincinnati esgrimiendo que quería cuidar su cuerpo e intentar mantenerlo tan sano como se sentía después del triunfo en el torneo canadiense.

Los problemas a nivel físico llegan de nuevo en el US Open, cuando en las semifinales del torneo neoyorquino, tiene que abandonar en su partido ante Juan Martin del Potro, por problemas en su maltrecha rodilla derecha. El balear renuncia a la gira asiática con el fin de poder volver al 100% en los últimos torneos de la temporada y parecía que su reaparición llegaría en el torneo de Paris Bercy en el día de ayer, pero una inoportuna lesión abdominal le obligó a renunciar al torneo parisino y por ende a su condición de número 1 del mundo.

Los números de Rafa Nadal de cualquier modo en la temporada son espectaculares: 45 victorias y solamente 4 derrotas, 5 títulos (Montecarlo, Barcelona, Roma, Roland Garros y Toronto), con más de 8’6 millones de $ en premios, dejando a las claras que sin duda estamos ante uno de los mejores jugadores de la historia del tenis, cuyo techo en caso de haberle respetado las lesiones en su carrera, es inimaginable.