Está de vuelta. El serbio Novak Djokovic conquistaba este domingo su 13º Grand Slam de su carrera, 4º en la hierba londinense. Tras casi dos años de travesía en el desierto, el ex número 1 del mundo vuelve por sus fueros y aunque quizás no haya alcanzado su techo de juego, durante estas dos semanas, ha recordado al invencible jugador que por momentos resultaba imbatible. Por Juan Luis Lázaro.

Muchos lo enterraban, otros confiaban en su regreso, pero el tiempo pasaba y el serbio no conseguía alcanzar su nivel tenístico. Corría el mes de Julio del año pasado cuando Djokovic después de retirarse en los cuartos de final de Wimbledon ante el checo Tomas Berdych, pocos días más tarde tomaba la decisión de dar por finalizada la temporada, para intentar recuperarse de sus problemas en el codo derecho que venía arrastrando año y medio antes, lo que le había hecho no solo perder el nº 1, sino también alcanzar resultados poco esperanzadores para lo que tenía acostumbrado Nole a los aficionados al tenis.

Allá por el año 2006 aparecía un tenista que sorprendía a todo el panorama mundial, de la mano de un entrenador eslovaco, Marian Vajda, que le llevó al éxito y con el que mantuvo una relación de más de una década.

La lesión de Djokovic en estos dos últimos años, ha venido ligada a varios cambios de entrenador (Boris Becker, Radek Stepanek, Andre Agassi), a la paternidad del serbio, quien reconocía que quería dedicar más tiempo a su familia a partir de esta circunstancia, y a la presencia de un cuanto menos sorprendente asistente personal (guía espiritual) Pepe Imaz, que Nole conoció a través de su hermano.

Todos estos ingredientes parecían indicar que la carrera del serbio iniciaba su declive. Pero quienes entienden de este mundillo, sabían que el serbio volvería. En numerosas salas de prensa, el actual nº 1 del mundo, Rafa Nadal, siempre que era cuestionado por el momento que atravesaba el serbio, tenía una respuesta clara: “Con todo lo que ha hecho Nole en el tenis, nadie puede darle por enterrado, porque estoy seguro que volverá a recuperar su nivel tarde o temprano”.

El camino no ha sido sencillo. En Noviembre de 2017, el serbio abandonaba por primera vez en una década el Top 10, y ha tenido que esperar hasta el día de hoy, tras su triunfo en Wimbledon, para volver de nuevo a recuperar el puesto nº 10 de la clasificación.

El comienzo de la temporada no fue nada esperanzador, quizás por un regreso precipitado en el Open de Australia, donde cayó en octavos ante el coreano Hyeon Chung. El serbio anunciaba a comienzos de Febrero que volvía a someterse a una nueva intervención en su codo derecho en una clínica Suiza, esperando que sus dolores desaparecieran por completo.

El panorama no mejoraba para Nole tras su reaparición ya que caía en primera ronda tanto en Indian Wells como en Miami y parecía no ver la luz al final del túnel. Djokovic daba un giro de volante y decidía repescar a su entrenador de toda la vida, Marian Vajda, justo antes del comienzo de la temporada de tierra. Tercera ronda en Montecarlo, primera ronda en el Conde de Godó, y segunda ronda en Madrid no reflejaban una mejora significativa en el juego del ex número 1 del mundo. Sin embargo las

semifinales de Roma donde cayó ante Nadal en un gran partido, atisbaban la recuperación de Nole. La derrota en Roland Garros en cuartos de final ante el italiano Marco Cecchinato volvía a sembrar dudas en el serbio, pero la final de Queen’s ante Cilic, después de desperdiciar un punto de partido, mostraba que Djokovic quería volver a la élite. Las dos semanas de gran tenis en el All England Tennis Club, culminada con el gran partido ante Rafa Nadal en semifinales, y con una solvente victoria ante Kevin Anderson en la final, confirman que esta vez sí, Novak Djokovic está de vuelta, y tiene la intención de quedarse, aunque en realidad nunca se fue.