El español de 35 años, recurrió a su primer entrenador para volver a conseguir resultados en el circuito y ya se están viendo los frutos de la relación. Por Javier Ayala.

Cuántas veces hemos escuchado y visto que jugadores tienen que recurrir a sus entrenadores de toda su vida para reencontrarse con su tenis, con las ganas de seguir compitiendo. Sin ir más lejos, la temporada pasada, el número 1 del mundo tuvo que volver a trabajar con Marian Vajda, entrenador desde sus comienzos para poder volver a estar al nivel que le conocemos.

El caso más reciente es el del jugador español Guillermo Garcia Lopez, quien de la mano de Juan Manuel Esparcia llego al puesto número 23 del mundo.

El nacido en La Roda, empuño la raqueta por primera vez gracias a su padre en el club de tenis Albacete. Ya desde entonces, Esparcia, había puesto el ojo en Guillermo y aportando opiniones ya supervisaba el crecimiento del joven español.

“Cuando Guillermo fue subcampeón de España en categoría alevín, le ofrecieron ir a Madrid, donde estaba yo, o a Barcelona. En ese momento, aun sabiendo que Madrid era la opción más cercana, me veía muy joven y sin jugadores de su edad y nivel allí, así que no me atreví a que viniese. Sentía que Barcelona era un destino mejor y allí estuvo hasta los 18 años”, explica Juan Manuel sobre los orígenes de su pupilo.

Una vez que Garcia Lopez llego a la mayoría de edad y su etapa en Barcelona culminaba, la opinión del entrenador caló hondo. “Pensamos que Estados Unidos podía ser una opción interesante e incluso llegué a hablar con alguna universidad americana, pero él pidió intentarlo en casa. Así que tuve la primera conversación con Antonio Martínez Cascales y le conté que quería que fuese a Villena, porque entendía que podía ser una opción muy buena. Finalmente, su padre cerró aquel acuerdo”.

Hacia donde se dirigía Guillermo, se encontraba la academia de Juan Carlos Ferrero, donde entrenaban muchos jugadores profesionales. “Se hizo un trabajo excepcional con Guillermo. Pasó de ser un jugador que estaba un poco desmarcado de su nivel a estar Top 100 en 18 meses”, comentó Esparcia sobre los cuatro años que compartieron en el lugar.

Finalmente en el año 2007 comenzaron a trabajar definitivamente juntos, luego de tantos años de estar cerca y dando consejos, decidieron compartirlo todo.

“Tuvimos unos años muy buenos. Él estaba No. 107 del mundo cuando empezamos en el circuito y fue progresando hasta que llegó al No. 23, que es su mejor ranking (21 de febrero de 2011). Pero por circunstancias decidimos separar nuestros caminos esa misma temporada”.

Pero las vueltas de la vida hacen que siempre se vuelva al primer amor, y vaya si Esparcia lo fue para Garcia Lopez. Para comienzos de la temperada, Guillermo decidió volver con Juan Manuel luego de 8 años de la separación.

“La primera gran diferencia que hay es que Guillermo tiene ahora 35 años y por lo tanto mucha más experiencia. Emocionalmente es más maduro. Creo que la tranquilidad es la gran diferencia respecto a 2011, donde quizás al estar No. 23 del mundo tenía un estrés adicional

de querer mantener el Top 30 y estar un poco más arriba. Aunque Guillermo siempre que trabajó conmigo fue muy receptivo y muy centrado, ahora me lo encuentro más tranquilo y con las cosas más claras. Me he encontrado un jugador con mucha ilusión de seguir manteniéndose en este nivel, de hacerlo bien y seguir mejorando”, resaltó el entrenador.

A meses de llegar a los 36 años, Guillermo Garcia Lopez volvió esta semana a los cuartos final de un torneo ATP en Nueva York y quiere seguir progresando.

“Nos marcamos al principio de la temporada objetivos emocionales y tenísticos. Respecto a los primeros, hay que marcar una serie de objetivos que lo mantengan motivado para que confíe en que todavía puede seguir creciendo independientemente de la edad que tenga. A nivel tenístico, hacemos algunos ajustes en su juego, que se pueden adaptar a las circunstancias que él tiene y que exige hoy el circuito. Físicamente otro objetivo es trabajar a conciencia su físico para tener más estabilidad. Hay que hacer las cosas en conjunto con todo el equipo, coordinar al grupo para que todos vayamos en la misma dirección y todos aportemos los conocimientos en beneficio de Guillermo”, culminó Esparcia con la esperanza de lograr grandes resultados.