La cuarentena tiene en vilo a la mayoría de los tenistas, salvo para el uruguayo Pablo Cuevas que disfruta de la suspensión con su familia, algo que no puede hacer muy seguido en competencia. Por Javier Ayala.

La pandemia por el COVID-19 hizo que se suspendieran todos los deportes a nivel mundial, principalmente el tenis donde los protagonistas están constantemente de aeropuerto en aeropuerto para jugar un torneo diferente semana tras semana.
Los tenistas, en su gran mayoría los de más atrás en el ranking, lamentan estas cancelaciones y no poder competir para subsistir día a día ya que no cuentan con un colchón económico.

Este no es el caso de uruguayo Pablo Cuevas, ya que la cuarentena hizo que pueda llevar la vida de padre con su familia, cuando durante todo el año puede estar junto a ellos pocos días al año.

“Llevaba muchos años seguidos viajando, con la sensación repetitiva de que me habría gustado más quedarme en casa que irme al siguiente torneo. Así que estoy aprovechando mucho esta oportunidad. Realmente lo necesitaba”, cuenta el padre de Alfonsina y Antonio.

El número 60 del ranking mundial, expresó la felicidad de compartir todos los días con su familia, “Ahora con esta situación estoy disfrutando de cosas muy simples, como ver el documental de los Chicago Bulls con mi esposa, hacer los deberes con mis hijas o ponerme a armar un rompecabezas con ellas. De repente son cosas que un padre hace normalmente y que no le divierten tanto. Tal vez como lo tiene todos los días no lo valora, pero yo no he tenido nunca esto. Y por eso estoy valorándolo tanto”.

La cuarentena en Uruguay, donde se encuentra actualmente Cuevas, ya ha sido levantada, por lo que pudo volver a jugar al tenis y muchas actividades más compartiendo con sus hijas, pero admite que sus “hijas casi nunca quieren jugar al tenis” mientras ríe.
Por desgracias de la vida, no es la primera vez que Pablo se encuentra alejado de las canchas, con apenas 17 años tuvo que abandonar la actividad ya que no podía solventar los gastos que conllevan la práctica de este deporte y volvió a retomar los estudios que había dejado.

“Yo paré de jugar un diciembre. Y estuve feliz porque eran vacaciones, todo era joda y diversión. Cuando retomo el colegio de nuevo, y veo que la joda había terminado, me doy cuenta de que realmente lo mío era el tenis. Solo resisto un poco más en el liceo (su escuela), y después de seis meses en total sin competencia, vuelvo a jugar de nuevo, a pesar de la incertidumbre de si iba a poder vivir del tenis”, expresó el ganador de 6 títulos ATP en su carrera.

La peor situación llegaría en el 2011 cuando una lesión en la rodilla derecha hizo que se ausentara del circuito por dos años tras someterse a dos cirugías que llegó a pensar en el fin de la carrera del uruguayo, “Se me venía a la mente la pregunta: ‘Si no juego más al tenis, ¿qué voy a hacer con mi vida?’. No creía que fuera a encontrar algún sentido haciendo otra cosa. Pensaba: ‘Si abro un negocio de lo que sea, independientemente de si me va bien, no puedo comparar la adrenalina de la competencia con, por ejemplo, armar un restaurante e ir mesa por mesa preguntando: ¿Se sienten cómodos? ¿Les gustó la comida?’. No me veía en nada más que no fuera el tenis. Y eso me asustaba muchísimo”.

“Después de superar eso, cualquier tiempo sin jugar por otra lesión me parecía nada en comparación con esos dos años sin saber si iba a poder volver a jugar”, confiesa Pablo.

En un momento donde no podía conseguir triunfos en el circuito comentó una situación que nunca en su vida hizo, lo que demostraba las pocas ganas de jugar, “Los resultados no me estaban acompañando, pero era difícil de que me acompañen con esas pocas ganas de salir a jugar. Recuerdo que ese año había un torneo en Perú. Estaba en casa y viajaba un jueves. Cuando llego al aeropuerto, en un impulso, le digo a la persona del mostrador que me cambie el pasaje para viajar el domingo, y me devuelvo para mi casa. ¡Nunca había hecho eso! Viajar un domingo para competir lunes o martes. Eso habla de lo poco que estaba disfrutando la competencia”.

Con ganas de retornar a la actividad, Cuevas dice será un proceso forzoso para toda la familia, pero sabe que tiene que disfrutar de sus últimos años en el circuito, “A mis hijas ahora les está sorprendiendo, sobre todo a la más grande, que llevamos este periodo tan largo sin separarnos. Será duro para ellas cuando se reanude el circuito. Y para mí seguramente también. Por otro lado, después de haber estado aquí tanto tiempo con ellas, voy a volver a la competencia con otra energía para encarar estos últimos años que me quedan de carrera”.