El serbio nunca olvidara este año, que a pesar de estar marcado por el COVID-19, fue un torbellino entre los éxitos logrados en el circuito y todo lo extra deportivo que envolvió al número uno del mundo. Por Javier Ayala.

El día domingo 6 de septiembre de 2020 quedará guardado en el baúl de los recuerdos en el mundo del tenis, luego de la descalificación del serbio Novak Djokovic, número uno del mundo, en los octavos de final del abierto de los Estados Unidos.
Este es el último de los acontecimientos en donde el serbio queda en el ojo de la tormenta con sus actitudes, en esta oportunidad dentro de la cancha de tenis.

Luego de lanzar un pelotazo contra el fondo del estadio Arthur Ashe y que el mismo golpee plenamente en la garganta de una jueza de línea, Djokovic quedaría fuera del torneo de Grand Slam neoyorkino, después de una larga charla, innecesaria, entre el director del torneo, Andreas Egli, el árbitro general del certamen, Soeren Friemel y la jueza de silla del partido, Aurelie Tourte.
Pero esta es la última de las acciones del serbio que lo pone en el centro de la cuestión. Deportivamente, el año del balcánico es de excelencia, invicto en lo que va de la temporada, con 26 triunfos y conquistando los torneos de la nueva ATP Cup, el abierto de Australia, el ATP 500 de Dubái y el Masters 1000 de Cincinnati, lo que hacía que se mantengan cómodamente en la cima del ranking mundial.

A pesar que deportivamente no hay ningún cuestionamiento para hacerle al europeo, en la sección fuera de la cancha son muchas las dudas que deja.

En el último mes de abril, a casi un mes de la suspensión del circuito a raíz de la pandemia de Coronavirus que atacó a todo el mundo, llegó una de las grandes polémicas de Novak, confesando que se oponía a vacunarse en caso que ese sea un requisito obligatorio para volver a la actividad deportiva.

Luego llegaría el torneo denominado “Adria Tour”, que significó una serie de torneos en varios países de los Balcanes, los cuales dejarían más de una decena de contagiados de COVID-19, entre los que estuvieron el propio Djokovic y su esposa, dejando en evidencia que no se llevaron a cabo los protocolos sanitarios correspondientes.

Una vez que se retornó al circuito profesional, la vida deportiva del serbio seguía en la cima de la montaña al quedarse con Cincinnati en la burbuja que se armó en Nueva York para respaldar la salud de todos los que trabajan en la gira estadounidense.

Pero la calma se transformaría en tormenta cuando anuncio la creación de una nueva asociación de jugadores, distancia de la ATP y en la que tanto Roger Federer como Rafael Nadal mostraron su descontento con la decisión del número uno del mundo.

Esta decisión significó su renuncia al consejo de jugadores, la cual presidia, para tratar de lograr mejores condiciones para todos los jugadores que componen el circuito profesional.

A pesar de lograr un gran apoyo de jugadores de la talla de Vasek Pospisil y John Isner, quienes también estaban en el panel de decisiones del consejo de jugadores, y los argentinos Diego Schwartzman y Guido Pella, los otros dos máximos exponentes del tenis, y quizás los dos más influyentes en el deporte blanco, como lo son Roger Federer y Rafael Nadal, mostraron un inconformismo con la decisión del serbio.

“Estoy de acuerdo. Estos son tiempos desafiantes y de incertidumbre, pero yo creo que es central mantenernos unidos como jugadores y como deporte para construir el mejor camino para avanzar”, fueron las palabras del suizo, mientras que el español comentó, “El mundo está viviendo una difícil y complicada situación. Personalmente, creo que estos son tiempos para estar tranquilos y trabajar en conjunto en la misma dirección. Es tiempo de unidad, no de separación”.

El año de Novak Djokovic fue un sube y baja de emociones que hasta el momento culminaron en una actitud para nada afortunado en uno de los torneos más prestigiosos en la historia del tenis y aunque el serbio mostró su arrepentimiento por lo ocurrido, este acontecimiento dejara mucha tela para cortar.